aturdimiento, y que el aturdimiento mediante descarga eléctrica efectuado hasta ahora no es suficiente en algunos animales, como constata el veterinario Karl Wenzel del ministerio de consumo de Múnich. Respecto a esto indica Klaus Troeger, del instituto federal para la investigación de la carne de Kulmbach: antes del decreto de la UE de Enero del 2001, es decir, antes de la prohibición del destructor de médula, se ‘ocultaban problemas por la colocación incorrecta de los electrodos’.

El Dr. Kaplan continúa:  

“’Algunos de nosotros ya hemos sufrido en propias carnes lo que significa ser traicionado. En ocasiones tarda uno varios años en recuperarse del horror paralizante que produce esta inconcebible infidelidad. Con frecuencia el shock dura toda la vida. ¡Pero esto no son más que pequeñeces comparado con la traición a los animales! Incluso con los que ahora están en el matadero se ha portado alguien bien alguna vez. Los granjeros biológicos no se cansan de reiterar la buena relación que tienen con sus animales. Todos conocemos las fotos de granjeros acariciando ‘cariñosamente’ a sus animales. Y, de repente, estos animales se encuentran en el infierno, rodeados de personas que les hacen las cosas más monstruosas y espantosas que existen. La practicante de veterinaria Christiane Haupt ha experimentado la traición a los animales como representante de las personas comedoras de carne – y ha fracasado. ‘He sido testigo y ahora quiero tratar de olvidar para poder seguir viviendo. Que luchen los demás; a mí en este lugar me han quitados las ganas, la voluntad, la alegría de vivir, y las han cambiado por culpa y paralizante tristeza.’  

El libro de Gail A. Eisnitz ‘Slaughterhouse’, para el que la autora entrevistó a trabajadores de mataderos con un total de dos millones de horas de experiencia en la celda de aturdimiento, demuestra que este horror sólo es la punta del iceberg de los crímenes que se cometen diariamente en el mundo en los mataderos de los países ‘civilizados’. Los siguientes extractos de entrevistas a trabajadores de mataderos fueron presentados públicamente el 18 de septiembre de 1999 en una presentación del libro:

‘Yo he visto carne viva de vaca, la he oído mugir cuando le hincaban el cuchillo y trataban de arrancarle la piel. Pienso que es terrible para el animal morir tan lentamente mientras cada uno hace su trabajo con él.’ ‘La mayor parte de las vacas que están colgadas viven todavía... Las abren. Las desollan. Siguen estando vivas. Les cortan las pezuñas. Ellas abren sus ojos desorbitados y lloran. Gritan, y puedes ver que casi se les salen los ojos.’

‘Un trabajador me contó que una vaca, a la que se le quedó atascada una pata en el suelo de un camión, se desmayó. ‘¿Cómo pudiste sacarla viva?’ le pregunté: ‘Oh’, dijo, ‘simplemente fuimos por debajo del camión y le cortamos la pata’. Cuando alguien te dice esto sabes que hay muchas cosas que nadie te cuenta.

En otra ocasión se trataba de un cerdo vivo que no había hecho nada, ni siquiera se había echado a correr. Cogí un tubo de un metro de largo y le golpeé hasta dejarlo casi muerto.’

‘Cuando tienes un cerdo que se niega a moverse, coges un gancho y se lo metes por el culo. (...) Luego tiras. Tiras de los cerdos mientras están vivos, con frecuencia se desgarra el ano al salirse el gancho.’ ‘Una vez cogí mi cuchillo – que está bastante afilado – y le corte la nariz a un cerdo como si fuera un loncha de jamón para el desayuno.